jueves, 21 de febrero de 2013

Ignacio Fernández Toxo, hoy en El Pais.





Ignacio Fernández Toxo enfrenta el X Congreso de CC OO, que empieza hoy, con mucha mayor tranquilidad que el IX. Será el único candidato que optará al liderazgo del sindicato, al menos el único con posibilidades.
Pregunta. En cuatro años como secretario general de CC OO ha convocado tres huelgas generales, ¿lo esperaba?
Respuesta. No. Nadie esperaba la intensidad y duración de la crisis. Aunque en el informe que aprobamos hace cuatro años apuntábamos lo que estaba pasando y lo que podía pasar.
P. No pregunto por la crisis, sino por la conflictividad social. Usted recibió críticas que decían que con Fernández Toxo volvían las CC OO más izquierdistas.
R. No lo creo. No se puede saber qué hubiera pasado con la dirección anterior. Además, al principio quisimos poner en valor el diálogo social, se lo debíamos a la sociedad española. Nos generó incomprensión. En la crisis se ha producido una involución de derechos, que no ha comenzado con este gobierno.
P. El sindicato vive una paz casi desconocida, ¿por qué?
“El plan juvenil de emprendimiento muestra el fracaso de la reforma”
R. Es mérito de todos, también del anterior secretario general que supo hacerse a un lado y permitir el reencuentro de las familias del sindicato.
P. Ha anunciado que reducirá la estructura de CC OO. ¿Por qué ahora y no antes?
R. Tuvimos un proceso de expansión que tiene que ver con dos cosas. En la bonanza, el sindicato se podía permitir abordar más cosas que la acción sindical tradicional: quisimos atender a los jóvenes, mujeres, inmigrantes, drogodependencia. Hoy esto no se puede hacer. La otra causa tiene que ver con el anterior congreso. Hicimos un ejercicio de integración que ha traído órganos de gobierno amplios y un punto ineficaces.
P. ¿Han aplicado la reforma en sus ajustes?
R. Hemos intentado preservar en lo posible, el empleo y las condiciones de la gente contratada. No siempre ha sido posible.
P. Hay seis millones de parados. ¿Qué hacen ustedes?
R. Ya en 2009 propusimos un pacto de Estado. Hablamos entonces de sanear el sistema financiero, de recomponer la estructura de ingresos fiscales, propusimos el plan Prepara…
P. Pero en lo que está en su mano, ¿qué pueden hacer?
R. Hemos aportado un pacto que cambia sustancialmente el como se forman los salarios, atendiendo a la conservación del empleo, partiendo de una idea que se materializó en el segundo pacto de negociación colectiva: España necesita ganar competitividad.
P. No es suficiente.
R. Claro que no, tampoco el plan de emprendimiento joven, que supone un reconocimiento del fracaso de la reforma. Necesitamos resolver el problema de verdad que tiene la economía española, su financiación. La financiación pública y la privada. Es decir, impuestos y crédito. Mientras no se desaten esos dos nudos, difícilmente crearemos empleo.
P. ¿Le preocupa que los sindicatos no lideren movimientos de oposición a los ajustes (marea blanca, antidesahucios)?
R. En absoluto, estamos ahí.
P. Pero no están al frente.
R. A los sindicatos no se nos puede achacar la responsabilidad exclusiva de responder a todo lo que sucede en la sociedad, que es muy grave, y afecta a muchos factores. Sí tenemos que esforzarnos por propiciar una mayor articulación de la sociedad. Hemos superado un momento muy delicado, mayo de 2011. Hemos tejido una red de alianzas sociales imprescindible para paliar los efectos de la crisis y tener margen de expresión, no solo de malestar, también de propuesta. Nos sentimos muy cómodos en las mareas…
P. ¿No cree que estas movilizaciones han sido más eficaces que las huelgas?
R. Es verdad que las tres huelgas no han tenido efectos muy visibles. Pero en este país hubo un acuerdo de pensiones, que asegura el futuro de la Seguridad Social por un periodo prolongado, porque antes hubo una huelga general. La movilización es útil y siempre da resultados.
P. ¿Y no siente que la sociedad da más credibilidad a esas movilizaciones?
R. No creo. No hay más que ver las multitudinarias concentraciones que hemos logrado. No tenemos la hegemonía de la movilización y sería limitador que pretendiéramos apropiarnos de todo lo que se mueve. Pero somos un cauce fundamental del conflicto social.
P. El sistema está en crisis y a ustedes les ha pillado dentro.
R. Por eso queremos cambiar y se verá en este congreso. Primero acercando el sindicato al mundo del trabajo y luego dirigiendo los recursos a los trabajadores que sufren los efectos de la crisis, a los jóvenes, a las mujeres, a los pensionistas… Pero es cierto que la crisis ha tomado forma de tormenta perfecta, se ha mezclado la crisis política e institucional, con la crisis económica, la social. Hay una erosión importante de todo lo que suene a institucional y los sindicatos también están ahí.
P. ¿Temen entonces que les arrastre estar en los despachos del poder negociando?
R. Estamos en los despachos, pero también en las empresas. Miles de personas de CC OO, y de UGT, y otros sindicatos, están en contacto con la gente. ¿Esto nos blinda? Totalmente no. Tenemos que corregir errores…
P. ¿Qué errores?
R. Haberse alejado en la bonanza de los problemas cotidianos. Se ha visto al sindicato metido en el papel institucional canalizado en el diálogo social y no se le percibía en lo concreto. Hay que invertir los papeles.

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